Una vez me dijeron que un texto te deja de pertenecer en el momento en que lo rubricas con el punto final. A partir de ahi pasa a ser propiedad de quienes lo leen. Y cada uno tiene su propio texto. De ser cierto tengo que pedirte comprensión, algo de cariño, paciencia y buen humor cuando no pienses como yo...que será en muchas ocasiones.Espero que este blog sea un humilde homenaje a aquellas reuniones nocturnas de nuestros abuelos; leoneses que compartían vivencias y opiniones al calor de la lumbre.
Bienvenido a este lugar que ya es de los dos.

domingo, 3 de mayo de 2009

DANDO GUERRA



Nos gustan las guerras. A ti no. Ni a mí. A los hombres, a la humanidad en general, digo. Somos así de gilipollas. Algo deben tener que las llevamos haciendo desde que nacimos. Las guerras son muy jodidas. O eso creo yo, que las he visto de lejos, por la tele; de oídas, que me las ha contado mi padre que no vivió ninguna. Te pegan tiros, matan, violan a tu madre, asesinan niños…que son jodidas vaya. Últimamente no tanto, parece ser. O eso o que no hay guerras. A mí, tonto que soy, me habían contado que las guerras las hacían los soldados. Pum, pum, crash los de un lado; cañonazo va, hostia que te crio los del otro. Ahora no. Los soldados ya no ejercen, están jubilados, Se dedican a labores humanitarias, poner tiritas, desatascan tuberías, pujan vírgenes en romerías, cualquier día, si te dejas, te planchan la ropa.


Viene esto a cuento de la imbecilidad a la que nos someten las teles, los anuncios, los periódicos acerca de cómo en el Ejército se hace de todo menos pegar –recibir- tiros. Cuentan también que en la guerra te preguntan antes de que te disparen. Un mojón de mastín leonés. A mí no me han contado nada de eso.


Leí el otro día a un tipo que sí conoce las guerras de cerca, tan de cerca que ha estado en ellas. Contaba el hombre que lo que no se puede es engañar a la gente. Si no estás a favor de las guerras y no eres un hipócrita, desarma el ejército y deja de vender armas a otros países. En caso contrario, cuando te toque ir a la guerra agachas la cabeza, te jodes y apoquinas. Entiendo el dolor de las familias, porque el miedo es el sentimiento más humano. Lo que no entiendo son los soldados que se quejan de ir a las guerras, o a los tertulianos que lo hacen por ellos. En su sueldo, el mayor epígrafe pone guerra y el segundo miedo a la muerte. Como si el albañil se quejará por tener vértigo cuando está a 100 metros de altura sobre dos hierros mal puestos. Pero claro, al albañil le cuentan a lo que va. Al soldado le dicen que va a conocer mundo, trabajar para una oenegé y a la gente nos cuentan que nuestros soldados solo tocarán una escopeta para hacer prácticas. Tabién nos visten todo con palabras como humanitarismo, daños colaterales, victimas civiles y cuantos eufemismos se les ocurren a los hijos de Goebbels


Luego pasa lo que pasa. España se apunta a una, por las razones que sean, y nos echamos las manos a la cabeza. Ay mamá que las balas son de verdad. Un tiro sale desviado –o no- y algún periodista no regresa vivo. Pues sí, es los que tienen las guerras. De repente, nos despertamos del estado ese de imbecilidad con el que nos han comido el tarro a base de bien. Nos sueltan eufemismos y nos explican que una guerra es de todo menos perjudicial para la salud. Que el tabaco mata pero las guerras son excursiones con kalashnikov de atrezzo.


Antes también te vendían la burra para que te apuntaras al ejército, incluso a la guerra. El honor, tu gente, la patria, la soldada, conquistar tierras vírgenes y vírgenes sin tierras. Al menos todo aquello era cierto.

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