Una vez me dijeron que un texto te deja de pertenecer en el momento en que lo rubricas con el punto final. A partir de ahi pasa a ser propiedad de quienes lo leen. Y cada uno tiene su propio texto. De ser cierto tengo que pedirte comprensión, algo de cariño, paciencia y buen humor cuando no pienses como yo...que será en muchas ocasiones.Espero que este blog sea un humilde homenaje a aquellas reuniones nocturnas de nuestros abuelos; leoneses que compartían vivencias y opiniones al calor de la lumbre.
Bienvenido a este lugar que ya es de los dos.

lunes, 30 de marzo de 2009

EN DEFENSA DE LOS POLÍTICOS


Como todas las facetas de la vida, profesiones y oficios incluidos, la política es un mundo poliédrico. Estamos acostumbrados desde fuera a ver la cara amable, el mejor lado de cada una de esas profesiones. Las series nos muestran a periodistas a la caza de importantes exclusivas, médicos salvando vidas en el último instante, policías en arriesgadas operaciones de las que siempre salen ilesos y victoriosos. Por supuesto que todos ellos son jóvenes, guapos, ingeniosos y muy divertidos. Nadie nos habla de los sueldos ínfimos, los peligros a la vuelta de la esquina, las guardias interminables o las noches en vela previas a cada examen antes de llegar a ejercer.

Algo similar sucede con la política. Los medios de comunicación se encargan de mostrarnos a personajes alejados de los ciudadanos, rodeados de toda clase de lujos y prebendas, nada es suficiente para ellos. Devoran suculentos platos en los mejores restaurantes, viajan en lujosos coches, tienen a su disposición los mejores medios, los ayudantes más eficaces, por no hablar de sus fastuosos despachos. Sólo es una cara del poliedro, una cara minúscula y vista desde un lugar injusto que nos deforma la realidad hasta convertirla en una obra del mejor Valle-Inclán. Con todo, esa minúscula e injusta cara son solo unos pocos, un pico del iceberg que forman los miles de ciudadanos que se dedican a la política como cargos públicos o de partido; personas que gracias a sus férreas convicciones e ideas honran la profesión e incluso la vocación convertida en hobbie.

Hay quien, de forma errónea, se introduce en política buscando lo que le venden los medios de comunicación. Duran poco. Buscan algo que no existe y lo que encuentran es sacrificio, abnegación, trabajo, mucho trabajo, una ingente maquinaria que funciona por detrás de las sonrisas y los abrazos, de los slogans y los atriles, incluso de unas luchas por el poder que les son totalmente ajenas. Incluso, una buena parte del iceberg, aquellos que son alcaldes y concejales de municipios pequeños, sin duda los más abundantes en España, deben congraciarse más con los sinsabores que con las alegrías, con el duro trabajo que con las mieles del éxito político. Pocos alcaldes pisarán moqueta cada día bajo sus pies, casi ninguno pronunciará inmortales discursos, no vivirán bajo los focos de las televisiones. Eso sí, seguro que les suenan jornadas maratonianas de trabajo, quemar motores de coches a base de hacer girar cuentakilómetros, convertir el teléfono móvil en un apéndice de su anatomía, patearse cada centímetro del pueblo, conocer todas las inquietudes y necesidades de los vecinos. Pregúntales la forma de hacerte escuchar ante el más intransigente o tratar a quien te odia con el mismo cariño con el que tratas a un hijo; seguro que de eso si son capaces de dar una clase maestra. Ser alcalde es trabajar de 8 a 2 en una oficina, atender los asuntos ayuntamiento, organizar la feria de tu pueblo durante toda la tarde, la noche y parte de la madrugada, ser el primero en abrir el recinto a primera de la mañana y ser quien cierre cuando todo termine. Entre medias regalar sonrisas, repartir abrazos, recibir críticas y atender a los que pisan sobre moqueta con el máximo mimo porque en juego están todos y cada uno de los intereses de tus vecinos.


Nadie le dice a los jóvenes que la política es un duro camino plagado de espinas y baches, un camino que solo se recorre con voluntad de hierro, con inquebrantables valores e indestructibles lazos de amistad. Esos jóvenes, esos alcaldes, esos concejales, esos rostros anónimos que llenan mítines y pegan carteles...esos son los que hacen grande la política.

P.D.: a la persona que me inspiró este texto y me enseñó lo que es de verdad la política.

EL LEÓN QUE VINO


Todos los leoneses recordamos, para nuestro infortunio, el célebre lema con el que Paco Fernández nos obsequió los oídos. Un lema que le sirvió para entrar en la planta séptima del Consistorio apoyado en dos muletas llamadas Pardo y Chamorro.


“El León que viene” era su frase de cabecera, la que diseñaron sus jefes de campaña, hoy convertidos en Jefes de León. Hablaban de una ciudad endeudada, antigua, anquilosada, mal gestionada por Mario Amilivia. Prometían todo lo contrario, aderezado con un poco de leonesismo rancio y trasnochado, ese leonesismo de pancarta y victimismo que nos hace sentir como mendigos reclamando limosna a la puerta de nuestra Pulchra.


Hoy, casi dos años después de que los ciudadanos leoneses confiasen la gestión de su tesoro más preciado a Francisco Fernández, el resultado no puede ser más evidente. Ni más decepcionante para los que, de forma equivocada, confiaron en él. No les culpo, un embaucador siempre goza de una primera oportunidad, rara vez tiene una segunda, no debe tenerla nunca.


El León que viene es el León de Francisco Fernández. Un alcalde que cuenta sus días por errores, sonados escándalos, despropósitos, desgobierno y embustes a cada cual mayor.El León que ya vino es el León sin alumbrado, con parques descuidados, con calles repletas de basura, sin mejoras, edificios abandonados, patrimonio turístico que parece administrado por nuestra competencia… La mejor prueba de la no labor socialista es dar un paseo por León, máxime ahora que nos visita puntual la primavera. Esta no es nuestra ciudad que nos la ha cambiado. Y tanto. Nunca se vio un León tan gris, tan sombrío, tan apagado…casi tan apagado como el alcalde.


Un Fernández que ahora le ha dado por privatizar, casualmente lo único que da saldo positivo en nuestra ciudad. ¿No sabe sumar o hay gato encerrado? Suena sospechoso, tanto que su número dos le deja tirado por coherencia y honradez.


Fernández decía, prefiere estar a otras cosas. Primero a tomarse revancha con los más débiles, ya se sabe aquello de “fuerte con los débiles y cobarde con los poderosos”. Por la puerta principal salen honrados trabajadores municipales despedidos para que entren otros menos trabajadores por la puerta de servicio. Clientelismo puro y duro.


También está Fernández a sus cosas que nunca son las nuestras. Sus cosas son los empresarios de altos vuelos, los que hacen correr ríos de tinta virtual y con los que tenía una deuda que ya está bien pagada. Nunca un alcalde lo fue de tan pocos ni en contra de tantos. Fernández está out, missing, fuera de cobertura cuando no apagado.


Un tipo extraño este Fernández, al que antes de haber llegado ya le están buscando sustituto, un caballo Blanco con muchas manchas negras. Este es el León que vino…y se irá, añado yo. Un León gobernado por un alcalde oculto, pusilánime, sin pulso, sin ganas, sin actitud ni aptitud. Un León en el que todos los cambios siempre han sido para peor. Si este es el León que iba a venir…vete pronto y no vuelvas. Por nuestro bien.