Una vez me dijeron que un texto te deja de pertenecer en el momento en que lo rubricas con el punto final. A partir de ahi pasa a ser propiedad de quienes lo leen. Y cada uno tiene su propio texto. De ser cierto tengo que pedirte comprensión, algo de cariño, paciencia y buen humor cuando no pienses como yo...que será en muchas ocasiones.Espero que este blog sea un humilde homenaje a aquellas reuniones nocturnas de nuestros abuelos; leoneses que compartían vivencias y opiniones al calor de la lumbre.
Bienvenido a este lugar que ya es de los dos.

jueves, 11 de febrero de 2010

LA NOCHE EN QUE PERDIÓ ESPAÑA...

Los españoles somos un tanto miopes sí, pero tenemos una capacidad de barrunte que da jindama. O lo que es lo mismo: allá por Marzo de 2008 nos costaba atisbar los negros nubarrones que se cernían sobre la economía de nuestro país, pero los españoles ya nos olíamos que estaba a punto de caernos la del copón. Por eso fue tan importante el debate entre el, por entonces triunfante, Pizarro y el "pirata" Solbes. El duelo parecía desigual y el resultado de la noche decisivo para el futuro del país. La cosa tenía mucho trasfondo. Los españoles veían a Pizarro como un mirlo blanco, un asidero al que agarrarse ante los tiempos de zozobra que nos esperaban al doblar la esquina de las Generales. De Solbes sabíamos que era el ministro del paro, del déficit, de las crisis, que estaba con ganas de dejar la política y también sabíamos aquello de más vale Solbes conocido que Pizarro por conocer. Esa y no otra era la cuestión. Pizarro era el gran desconocido, lo poco que se sabía de él era inmejorable (gran empresario, profesional intachable, persona honesta, economista valiente y perito jurista) pero quedaba por confirmar con luces y taquígrafos todo cuanto apuntaba.

Por eso el debate produjo una honda insatisfacción entre los españoles. El experto político Solbes se enfrentó al excelente gestor Pizarro. Fue una batalla desigual en la que en ningún momento se midió la capacidad para dirigir la economía de un país. El pirata trató al turolense como un alumno poco aventajado al que había que indicar como recorrer los complicados vericuetos de las cuentas del Estado. Y Pizarro no supo revertir la situación. Ahi perdió Pizarro, perdió el PP y, sobre todo, perdimos los españoles. Hasta ese momento el PP mostraba una tendencia alcista en las encuestas con un as en la manga. Una victoria en el debate habría supuesto un espaldarazo definitivo, un huracán de confianza en el PP por parte de los españoles. Suponía confirmar muchas cosas buenas que se presuponían en el PP y olvidar unas cuantas cosas mal hechas durante una dura y a ratos desnortada legislatura en la oposición. Era un rush final en la cresta de la ola. Evidentemente, no fue así.



De Pizarro poco más se supo. Solbes apuró sus días e hizo un último daño a los españoles, asumiendo una responsabilidad que no pensaba cumplir en un momento más que delicado. También hizo su último gran favor a Zapatero ganando ese debate. Lo ganó por control del medio, por faltar a la verdad de los números cuando fue necesario y por experiencia. El debate puso de manifiesto que la política es diferente a todo. Para bien o para mal. Pocas dudas caben de que Pizarro habría sido mejor ministro, mejor dirigente, mejor gestor; pero Solbes, con sus muchas carencias, era mejor político. ¿Por qué? Porque la política es una disciplina de disciplinas, un asunto que engloba una amplísima amalgama de facetas, entre las que se encuentra tener una vocación natural que no se descubre pasados los cincuenta.



El caso es que, Pizarro no pudo ni supo ganar por falta de herramientas. Solbes nos metió un gol por la escuadra a todos. Y España decidió que mejor un mal profesor cansado que un Pizarro por descubrir. Fue, en definitiva, una noche decisivamente triste en la que quienes más perdimos fuimos los españoles.