Una vez me dijeron que un texto te deja de pertenecer en el momento en que lo rubricas con el punto final. A partir de ahi pasa a ser propiedad de quienes lo leen. Y cada uno tiene su propio texto. De ser cierto tengo que pedirte comprensión, algo de cariño, paciencia y buen humor cuando no pienses como yo...que será en muchas ocasiones.Espero que este blog sea un humilde homenaje a aquellas reuniones nocturnas de nuestros abuelos; leoneses que compartían vivencias y opiniones al calor de la lumbre.
Bienvenido a este lugar que ya es de los dos.

domingo, 12 de julio de 2009

GEORGE PARDO ORWELL


Acabo de leerme la entrevista digital a Abel Pardo en un conocido portal de información leonés. Cada día admiro más a este tipo. Lo digo casi en serio. Ha respondido a las cien preguntas con toda la extensión que requería cada una, con su verborrea habitual, entrando al trapo, dogmático, un punto didáctico, radical en sus posturas con los suyos y radical en las formas con los que están contra él, rozando el tono chulesco, casi de duelista de chigre en ocasiones.

Lo cierto es que como polemista o rival dialectico ningún político leonés le llega a los zancajos. Encarna la quintaesencia del lenguaje orwelliano, el Ministerio de la Verdad en su máxima expresión. También me asombra la facilidad que tiene para acudir al respeto escrupuloso de la normativa legal, cuando esta le beneficia claro, un tipo que, en la práctica, se pasa la legalidad por el forro cuando le conviene. La misma facilidad que tiene para falsear hechos y datos siempre que puede.

MEJOR EN ESPAÑOL, PLEASE



Estoy K.O., acabo de hacer footing y encima me han puesto una multa al salir del parking por saltarme un stop. Necesito un sándwich o un snack mientras zapeo y mando unos mails. Fuck, cuantos emails de chats, misses en topless y marketing; shit. Y encima el pesado de Cristiano en la tele, menudo playboy, un slogan con patas. Que stress!!!


No los soporto, os lo juro. Los prendería fuego ahora mismo, a uno tras otro. A ellos y a sus barbarismos de mierda que contaminan de forma intencionada nuestro idioma. Parece hasta racista, pero no lo es, desde luego que no. Creo en la inmigración como, entre otras cuestiones, forma de aportar plusvalía a nuestro país. Creo en los anglicismos del mismo modo para con nuestro idioma. Pero odio que se introduzcan palabras que ya existen, que son mejores, que rozan la perfección. Me encanta mi idioma, el español no el castellano, ese que han engalanado Cervantes, Unamuno, García Márquez, Vargas Llosa, Larra, Galdós, Cela…La lengua con la que conquistamos el mundo, motivo de envidia de tantas civilizaciones. Me encantan sus matices, sus vericuetos, sus dificultades, su perfección quisquillosa hasta el extremo. Es, sin duda, la mejor herramienta de España a lo largo de la historia. Una herramienta en la que te dejas la vida hasta aprender a usarla pero que luego no entiendes como podrías vivir sin ella. Realmente, te sientes como aquellos maestros renacentistas capaces de crear asombrosas obras de arte con el uso adecuado de los conocimientos aprehendidos. Debemos mirarla con profundo orgullo, llenos de admiración y cariño. Nunca entenderé como podemos rapiñar otros idiomas que necesitan matizar, adjetivar, acotar, aclarar o desarrollar un concepto con varias palabras cuando en mi querido español con una solitaria palabra podemos expresar eso, justamente eso que sentimos, pensamos o hacemos. Con dos ni te cuento, my friend.


P.D.: No he querido entrar en las razones que nos llevan a adoptar palabras que tenemos mejoradas en nuestro idioma. Supongo que las mismas razones que nos llevan a adoptar a Henry Kamen, las hamburguesas o a tantos otros productos de segunda venidos de fuera en desprecio de lo que hacemos aquí mejor.

KAMEN, EL HISPANÓFOBO


No sé exactamente cuándo empezó a hacerse. Probablemente con la llegada de la democracia representativa o tal vez en el momento del nacimiento de las naciones más norteñas de Europa. Naciones que anhelaban formarse una historia ad hoc que contentase a la mayoría, exaltase los escasos triunfos, convirtiese en heroicas las derrotas y fomentase la unión en torno a banderas del pasado que, en la mayoría de los casos, jamás existieron.


Supongo que por ahí comenzó la historia del uso pernicioso y prostitutivo de la Historia. Ahora, cualquier dirigente de medio pelo, con el fin de arrimar el ascua a su sardina, compra el pedazo de historia que le interesa al historiador en cuestión. Falseada claro está. No falseada porque sí, por error involuntario, se trata de falsearla con el objetivo de que él pueda presumir de que su pueblo fue “el primero en…” o “tuvo el privilegio de acoger al preboste mundial de turno cuando éste hubo de parar en mitad de aquella desangelada noche para que sus caballos pudieran dejar la cagada en la esquina de lo que hoy es la Plaza Mayor y después degustar la vegetación local”. Hasta ahí casi bien, pecadillos veniales, Padre. Lo mismo se lleva haciendo con todas las iglesias; todas sin excepción contienen una importante reliquia cristiana. Todas falsas por supuesto. Pero vete tú a contárselo a los mozos de Quintanilla del Olivar sin salir trasquilado.


Lo jodido viene cuando llega un birmano de Inglaterra con pinta de andar buscando el sol que no le daba en Oxford. ¡Ay España! con su calorcito, sus playas, su tinto y sus gilipollas de sillón dispuestos a soltar parné a cualquier guiri venido de allende los mares con el tintero cargado de balas. Y ahí empieza el problema. El guiri descubre que aquí se vive mejor que en su casa, que le pagan más por soltar cuatro patrañas y se especializa en ser hispanista, o hispanófobo según se mire. Cuenta cuatro mentiras sobre Felipe II, pone de facha parriba a Cervantes y Unamuno, nos cuenta que la cosa esta de España se inventó hace un par de días por Franco y sus amigotes. Mientras tanto, un par de catalanes le siguen dictando, le ríen las gracias, le sueltan la tela (que sale del Gobierno central, claro) y le aplauden con las orejas.


No es sólo culpa de los catalanes que reparten la subvención, ellos hacen su trabajo. Carod y cía. mantienen en píe el chiringuito gracias a eso. Quizá el problema viene de todos los españoles que hacemos caso a esta clase de tipos. Lo hacemos porque seguimos pensando que lo que viene de fuera es mejor que lo fabricado aquí. También porque nos pone verdes; ya se sabe aquello de “y si critica a un español, es que es español”. Y a los de aquí, que les den dos duros, que son españoles y encima dicen la verdad. País cainita.