Andamos todos los españoles tan imbuidos en la dinámica de cambio político que nos lleva que hasta se nos pasan por alto casi todas las zapateradas. Es la sensación que tenemos todos los españoles de dar por amortizado a este Gobierno y vivimos a la espera de que las Generales lleguen lo antes posible. Entre sopor y bostezo. Mientras toca aguantar. El caso es que estamos tan adormilados que casi cualquier cosa que haga Zapatero nos da igual, como el niño empeñado en romper un juguete y al que lo mejor es dejarlo que lo haga lo antes posible. Toca esperar.
Sólo cuando la zapaterada cobra tintes grotescos y de estupidez supina nos desperezamos levemente los españoles entre la tragedia y la comedia. Como lo de los pinganillos. 350.000 euros del ala. Todo para que Bono entienda en castellano a Tardá y para que Erkoreka pueda darse el gusto en euskera sin que Chaves pierda ripio. Cuando todos hablan el castellano, unos mejor que otros eso sí ¿Se puede ser más gilipollas? Cuesta creerlo. Viene a ser aquello del chiste de y si tú y yo somos de Madrid que hacemos hablando en inglés…Por ahí viene lo cómico. La tragedia está en que el chiste nos cuesta dos millones de las antiguas pesetas por cada pleno.
Y mientras Rajoy nos cuenta desde Sevilla que hay que hacer políticas de austeridad en todas las instituciones, que se nos ha ido a todos la cabeza con el asunto de los asesores y los cargos de confianza, que los parlamentarios deben ser los primeros en dar ejemplo. Y por aquí más cerca, Herrera dice que es hora de hacer más con menos. Pues eso, que blanco y en botella…
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