Bienvenido a este lugar que ya es de los dos.
miércoles, 24 de marzo de 2010
PARDO SE HACE AUTÓNOMO
lunes, 22 de marzo de 2010
PARA MEARSE DE RISA
De traca oiga, lo que ha pasado con los bomberos españoles y terroristas en sus ratos libres es de traca gorda. Todo porque a un aburrido jubileta gabacho se le ocurrió que tenían pinta sospechosa y hablaban en español - tócame un cojón, para mayor rima. Y a las autoridades franceses que, a pesar de tener un cadáver calentito sobre la mesa, siguen llamándoles “separatistas españoles”, no se les ocurre la brillante idea de cotejar fotos, trabajar con los servicios españoles y demás medidas de primera responsabilidad. Total, si cuela cuela. Y después, metida hasta el corvejón, toda la panda de corifeos españoles riendo la gracia de estos soplagaitas incompetentes franceses. Fíjese, con lo mucho que colaboran, que gran servicio hacen y además, un fallo lo tiene cualquiera porque mira que son majos eh. Hasta los bomberos parecían descojonarse de la situación: pues mire sí que me pasa a menudo oiga, con violadores y pirómanos sobre todo, pero la primera vez que nos confunden con terroristas ya ve usté. Manda huevos. Si llega a pasar a la viceversa que dice el otro, el Napoleoncete de las alzas echa espumarajos por la boca hasta que empiecen a desfilar carguitos, carguetes, altos cargos de Interior y no queda ni el que le trae los cafés al ministro de los GAL. Por si quedaba alguna duda, ya está claro que somos el puto hazmerreír de Europa.
CON DOS RIÑONES
Eso lo ha entendido muy bien el entrenador galo para hacer claudicar a sus rivales. Tocaba ser más británicos que los más británicos del lugar y los franceses han sabido serlo. Les ha costado como es lógico; acostumbrados a su natural elegancia, a su infinita clase y a su savoir faire cuesta que te digan que hay que mancharse y remar en galeras. Los elegantes Blanco, Lamaison, Sella, Dourthe, Galthie han dejado paso a arietes como Barcella, Picamoles, Dusatoir o el mediático Chabal sobre los que gira el nuevo poder bleu. Han pasado por encima de una Inglaterra que aún busca su identidad y caras ilusionantes más allá de su Cid Campeador Wilkinson. Han burlado a la favoritísima Irlanda, que aún debe estar pensando en la oportunidad marrada con una de sus mejores generaciones. Una victoria que, antes de producirse sobre el tapete, ya se había fraguado en el sorteo.
Lo cierto es que para los orgullosos gallos ha sido toda una cura de humildad aprender que el rugby moderno se gana en partidos lentos, trabados, aburridos, densos, de fuerza y empuje. Justo cuando mejor quedan las ceñidas camisetas de modernos tejidos sobre cuerpos de Adonis metrosexuales, el dios del rugby dicta que hay que ganar a base de tipos feos con orejas deformes y narices chatas. Así sea pues. De si es más bonito o más feo que antaño hay opiniones para todos los gustos y es otro asunto a discutir.
Y mientras tanto, a España le siguen pintando el morro cada vez que quince georgianos, rumanos o portugueses se pasan a hacer visita por la Central de Madrid. Que envidia de nuestros vecinos y que desgracia de Federación.
martes, 2 de marzo de 2010
EL SECRETO DE CAMPANELLA
En este caso, las expectativas estaban más que altas. Quien me conoce sabe que me encanta el cine argentino y los creadores argentinos, personas que rebosan ingenio, originalidad, arte por los cuatro costados. También me gusta Campanella, incluso el Campanella con el punto de almíbar elevado hasta la hiperglucemia. Me cautivó con esa fantástica e inolvidable Norma Aleandro en el Hijo de la Novia y me hizo su rehén más absoluto con sus amores, sus lluvias y sus lunas de Avellaneda. Por si fuera poco, entre medias, algún que otro capítulo de House elevando el listón de esta genial serie. Y mientras, como hilo conductor de mi “idilio” con el cine argentino, Ricardo Darín. Ese prodigio de la interpretación que, de haber nacido más al norte, que sé yo, en New York o Pensacola, ahora tendría cuatro Oscars en casa y Marlon Brando le estaría haciendo un hueco en el Olimpo. Las expectativas, como digo, no podían ser más elevadas.
Aún así, la realidad supero las ilusiones. Dos horas de verdadero y puro espectáculo. Del mejor espectáculo que puede fabricar un cineasta. Un guión chispeante, con el sello del mejor Campanella al aparato. Diálogos profundos en los que las miradas dicen más que las palabras cuando se cruzan esos dos amantes frustrados. Breves conversaciones divertidas, originales, rebosantes de humor cuando Guillermo Francella aparece en pantalla. Un reparto de absoluto lujo, con Darín bordando su papel polifacético. Un Darín absolutamente estelar que camina entre el bribón de Nueve Reinas hasta el nostálgico empedernido del Aura pasando por el tímido galán inconcluso de El mismo amor, la misma lluvia e incluso recordando por momentos al taciturno Nicolás que inventó José Luis Cuerda. Pero esta vez también el resto del elenco mantiene el tono, con Soledad Villamil dando cumplida réplica, siempre al borde de querer que ocurra lo que sólo al final ocurre. Incluso los secundarios bordan papeles llenos de matices y de aristas. La historia es soberbia, con un final sorprendente sólo al nivel del epílogo de Nueve Reinas. Pero esta vez la historia tiene más peso, más enjundia, más calado, más trasfondo, más verdad, menos trampas. Realmente, lo que más me sorprendió de la película es que, por fin, un director argentino aprendió a vestir una brillante historia con los oropeles adecuados. Por fin Campanella supo situar a la altura de una bellísima historia una carga visual y simbólica que deja boquiabierto al más pintado. Por fin Campanella consiguió manejar los códigos del lenguaje visual para que nos cuenten tanto como su espléndido guión. A destacar la escena del ascensor, la del tren o la escena final de una silenciosa carga dramática digna de Óscar. Una obra de arte para paladear, para disfrutar, de principio a fin.
PD: También una buena compañía ayuda a que sea una buena película :)