El otro día me comentaban con razón que es vergonzoso que compremos unas zapatillas de cierta marca que las fabrica en diez minutos con unas condiciones deplorables para sus trabajadores. Me decía que es indigno que por algo que cuesta menos de cinco euros paguemos más de cien como borreguines. Luego me contaba otro que se iba a ir a un país cuyo nombre ni siquiera recuerdo por falta de atención por mi parte a ver cierto monumento cuyo nombre tampoco recuerdo porque a esas alturas de la conversación ya dormitaba. Pues muy bien. Yo es que me he vuelto muy autárquico (sin connotaciones por favor) con estas cosas. Con el tema del turismo y de las preocupaciones sociales me he vuelto muy nacional e incluso provinciano. Es más, lo reconozco: me calo la boina sin ningún tipo de rubor. A mí, personalmente, me toca más los cojones que a un patatero de mi pueblo le paguen una miseria por una tonelada de patatas cuando yo voy a comprarlas en una gran superficie pagando un 600% más. Entiendo que entre medías hay una gran industria generadora de riqueza enlos sectores del transporte, distribución, promoción, cuidado del material...lo que se quiera, vaya. Pero no deja de ser asqueroso e insultante la diferencia. También entiendo, que es más grave la situación de los trabajadores pakistaníes que se dejan el pellejo en fabricar unas zapatillas de pellejo. Pero claro, a mi me duele más lo de mis paisanos, cosa de verles todos los días, de cercanía y de similitud.
Luego está lo del turismo. A unos cuantos leoneses les metía yo en un autobús con unas zapatillas y un bastón de peregrino para recorrerse de la cabeza al rabo la piel de este maravilloso León por descubrir. Muy pocos son los afortunados que saben y disfrutan la ingente cantidad ingente de asombrosos secretos que guarda nuestra provincia. Naturaleza, patrimonio, historia, fauna... Y cuando acabaran de recorrerse León a patearse el resto de España. Además, a Zapatero le dabamos una alegría con aquello de reactivar el consumo y la economía. En fin, es uno de los problemas de la globlización, que nos hemos universalizado tanto que ya no nos acordamos de lo que hace el vecino de al lado. Ahora para ser cool y estar a la última moda hay que preocuparse de la caza de la ballena en Japón y del estado de la perdida de cultura de los indígenas maoríes en Nueva Zelanda.
Foto: Cascada de Nocedo de Curueño. Uno de los miles de pequeños secretos por descubrir en León