Una vez me dijeron que un texto te deja de pertenecer en el momento en que lo rubricas con el punto final. A partir de ahi pasa a ser propiedad de quienes lo leen. Y cada uno tiene su propio texto. De ser cierto tengo que pedirte comprensión, algo de cariño, paciencia y buen humor cuando no pienses como yo...que será en muchas ocasiones.Espero que este blog sea un humilde homenaje a aquellas reuniones nocturnas de nuestros abuelos; leoneses que compartían vivencias y opiniones al calor de la lumbre.
Bienvenido a este lugar que ya es de los dos.

viernes, 9 de octubre de 2009

UN NEGOCIO MUY BIEN MONTADO

León tiene capacidad para convertirse en un polo de atracción de alumnos que desean aprender castellano. Tiene esa capacidad por su emblemática historia, por la más que correcta utilización del lenguaje de sus habitantes y por sobrados medios académicos. De la misma forma que la tiene Salamanca que debería ser nuestro espejo y a la vez más próximo rival en esta materia Y eso supone mucha pasta, muchos dólares. Sin embargo, en León somos más papistas que el Papá y así nos luce el pelo. Llevamos de emisario a nuestro aspirante a pardal (de pueblerino, se entiende) más representativo del Reino que lo mismo se calza una boina que un birrete si sale a tanto la hora. Aparece Abel digo, para vender no el castellano que eso está muy mal visto en su tierra, si no el leonés, esa lengua olvidada por arcaica y oxidada. Una pieza de museo que debemos conservar como oro en paño tal y como lo que es: una reliquia de la que hablar y lucir con orgullo. Lo que no podemos pretender es que seguir trabajando con rocas de sílex por mucho que las hallemos expuestas en Altamira. Del leonés, por suerte o por desgracia, se puede hablar pero ya no es posible hablar con él o a través de él. Hace tiempo que dejó de ser una herramienta para convertirse en una delicada pieza.

Pero claro, todo esto quedaría hasta bochornosamente anecdótico si Abel Pardo hiciese todo esto por convicción, su cruzada llionesista por evangelizar al mundo con las bondades de su Reino. No dejarían de ser las ocurrencias del feliz botarate que con maestría dibujan los ilustradores de los rotativos leoneses. El problema es que el asunto del leonés tiene mucho más trasfondo, económico por supuesto. El tinglado que se ha montado Abel Pardo tiene mucho de negocio y muy poco de cruzada idealista. Si la gente de New York, París o Kuala Lumpur quiere aprender llionés alguien tendrá que enseñárselo. Si hay necesidad de escribir un portal web con contenido filofascista en el mismo idioma, alguien tendrá que realizarlo. Si se requieren manuales para la Universidad o formularios oficiales en leonés alguien tendrá que encargarse. ¿Quien? Los acólitos de Pardo, por supuesto. No nos engañemos, la aventura del leonés de Pardo y sus cuatro amigos no es ninguna entrañable y quijotesca marcha romántica en favor de sus ideales de juventud. Para Pardo el leonés es un pozo de petróleo con exclusividad y que piensan sangrar hasta dejar completamente seco, la forma de fabricar una red clientelar a través de un producto que solo puedan controlar ellos; no es una idea nueva en España pero si es la forma más burda y zafia en que se ha llevado a cabo. Es un pastel muy goloso y sus chicos no piensan dejar ni la guinda.

Es decir, que está muy bien dedicar recursos para su conservación y su cuidado. algo que hizo con su depurada maestría habitual Javier García Prieto desde la plataforma de la Diputación de León. Lo que ya no está tan bien por no decir que está muy mal es que de forma sectaria y partidista, nuestro querido amigo Pardo se dedique a minar las oportunidades de progreso y crecimiento de León para favorecer las suyas propias. Las suyas y las de sus amigos por conveniencia se entiende. Con sanguijuelas políticas como estas normal que el León se desangre.

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