Una vez me dijeron que un texto te deja de pertenecer en el momento en que lo rubricas con el punto final. A partir de ahi pasa a ser propiedad de quienes lo leen. Y cada uno tiene su propio texto. De ser cierto tengo que pedirte comprensión, algo de cariño, paciencia y buen humor cuando no pienses como yo...que será en muchas ocasiones.Espero que este blog sea un humilde homenaje a aquellas reuniones nocturnas de nuestros abuelos; leoneses que compartían vivencias y opiniones al calor de la lumbre.
Bienvenido a este lugar que ya es de los dos.

domingo, 12 de julio de 2009

KAMEN, EL HISPANÓFOBO


No sé exactamente cuándo empezó a hacerse. Probablemente con la llegada de la democracia representativa o tal vez en el momento del nacimiento de las naciones más norteñas de Europa. Naciones que anhelaban formarse una historia ad hoc que contentase a la mayoría, exaltase los escasos triunfos, convirtiese en heroicas las derrotas y fomentase la unión en torno a banderas del pasado que, en la mayoría de los casos, jamás existieron.


Supongo que por ahí comenzó la historia del uso pernicioso y prostitutivo de la Historia. Ahora, cualquier dirigente de medio pelo, con el fin de arrimar el ascua a su sardina, compra el pedazo de historia que le interesa al historiador en cuestión. Falseada claro está. No falseada porque sí, por error involuntario, se trata de falsearla con el objetivo de que él pueda presumir de que su pueblo fue “el primero en…” o “tuvo el privilegio de acoger al preboste mundial de turno cuando éste hubo de parar en mitad de aquella desangelada noche para que sus caballos pudieran dejar la cagada en la esquina de lo que hoy es la Plaza Mayor y después degustar la vegetación local”. Hasta ahí casi bien, pecadillos veniales, Padre. Lo mismo se lleva haciendo con todas las iglesias; todas sin excepción contienen una importante reliquia cristiana. Todas falsas por supuesto. Pero vete tú a contárselo a los mozos de Quintanilla del Olivar sin salir trasquilado.


Lo jodido viene cuando llega un birmano de Inglaterra con pinta de andar buscando el sol que no le daba en Oxford. ¡Ay España! con su calorcito, sus playas, su tinto y sus gilipollas de sillón dispuestos a soltar parné a cualquier guiri venido de allende los mares con el tintero cargado de balas. Y ahí empieza el problema. El guiri descubre que aquí se vive mejor que en su casa, que le pagan más por soltar cuatro patrañas y se especializa en ser hispanista, o hispanófobo según se mire. Cuenta cuatro mentiras sobre Felipe II, pone de facha parriba a Cervantes y Unamuno, nos cuenta que la cosa esta de España se inventó hace un par de días por Franco y sus amigotes. Mientras tanto, un par de catalanes le siguen dictando, le ríen las gracias, le sueltan la tela (que sale del Gobierno central, claro) y le aplauden con las orejas.


No es sólo culpa de los catalanes que reparten la subvención, ellos hacen su trabajo. Carod y cía. mantienen en píe el chiringuito gracias a eso. Quizá el problema viene de todos los españoles que hacemos caso a esta clase de tipos. Lo hacemos porque seguimos pensando que lo que viene de fuera es mejor que lo fabricado aquí. También porque nos pone verdes; ya se sabe aquello de “y si critica a un español, es que es español”. Y a los de aquí, que les den dos duros, que son españoles y encima dicen la verdad. País cainita.

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