Acabo de leerme la entrevista digital a Abel Pardo en un conocido portal de información leonés. Cada día admiro más a este tipo. Lo digo casi en serio. Ha respondido a las cien preguntas con toda la extensión que requería cada una, con su verborrea habitual, entrando al trapo, dogmático, un punto didáctico, radical en sus posturas con los suyos y radical en las formas con los que están contra él, rozando el tono chulesco, casi de duelista de chigre en ocasiones.
Lo cierto es que como polemista o rival dialectico ningún político leonés le llega a los zancajos. Encarna la quintaesencia del lenguaje orwelliano, el Ministerio de la Verdad en su máxima expresión. También me asombra la facilidad que tiene para acudir al respeto escrupuloso de la normativa legal, cuando esta le beneficia claro, un tipo que, en la práctica, se pasa la legalidad por el forro cuando le conviene. La misma facilidad que tiene para falsear hechos y datos siempre que puede.
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