Nota su cuerpo empapado de sudor. Se mira al espejo y no se reconoce. Cada músculo de su anatomía es un resorte en plena extensión, aprieta los dientes cuanto puede, como si al abrir la boca se le fuera a salir toda la furia contenida. Mira al cielo y solo ve cemento, un cemento gris que parece se le vaya a caer encima de un momento a otro. No es cemento, es ansiedad; esa que te aprieta la garganta y te oprime el pecho, que no te deja respirar ni sentir. Mira a su alrededor: tipos en su mayoría desnudos que ha conocido hace solo unos meses; llevan la palabra miedo tatuada en la frente y los ojos inyectados en adrenalina pura. Le gustaría estar en cualquier otro lugar, fuera de todo esto…pero tampoco se cambiaría por nadie. El ambiente huele demasiado cargado, es un olor tan asqueroso que prefiere pensar que no es real. Su corazón bombea sin control, dando la sensación de atravesar el pecho en cada embestida. No logra mantener el control sobre todos sus músculos, algunos se convierten en autómatas, guiados por un pánico invisible pero que se nota, se siente, todos saben que está ahí; acechándoles. Oye un rugido febril, ensordecedor sobre su cabeza, en su cerebro se convierte en un zumbido molesto tamizado por sus oídos. A su lado solo hay gritos; algunos de miedo, otros de esperanza, otros apelando a la masculinidad…
Pudo ser en Roma, minutos antes de salir a la arena del Coliseo. Es Madrid, un 2 de Mayo de 2009. Era lo mismo…
Pudo ser en Roma, minutos antes de salir a la arena del Coliseo. Es Madrid, un 2 de Mayo de 2009. Era lo mismo…
0 comentarios:
Publicar un comentario